
CONFÍA EN EL PROCESO... ¡Cómo me aburre la puta frase! A veces me emputo de solo escucharla, y otras, simplemente estoy harta de que nadie pueda explicarme cómo se hace. ¿Quién es el fulano proceso? ¿Con qué se come? ¿Ya le tomaron una foto?
Una frase que se disfraza de mantra en situaciones de incertidumbre. Es lo que tiene a la mano tu amiga para lanzarte cuando te vas a separar, y lo que te recuerda tu madre cuando despiden a todos en tu oficina (aunque a veces la mía lo llama Dios, pero ese es otro tema).
Es eso que te repites, suspirando, a la mitad del tutorial de maquillaje cuando notas que no está derecho. También es lo que te dice tu pareja después de pintar a medias la pared del estudio como una “sorpresa”.
La he escuchado tantas veces que la verdad me sorprende seguir sin tener idea de cómo se hace para ponerla en práctica. Leí en alguna parte que la palabra proceso viene del latín Processus, que significa avanzar. Avanzar no necesariamente hacia adelante, pero definitivamente nunca hacia atrás: atravesar el caos organizado, lo impredecible. ¿Cómo se supone que encaja la confianza con lo impredecible?
Confiar, no en lo seguro, sino en la certeza de no saber dónde estás y seguir moviéndote, no parece tener mucho sentido para mí. Quizás sea eso lo que hizo Paula cuando la tarotista que contrató para su evento demostró saber más sobre perros que sobre astros. O lo que hizo Andrea cuando decidió pintar un bosque en su habitación después de confundir el azul marino con el verde oscuro en la tienda de pinturas.
Dicho esto, aquí sigo, inevitablemente, en mis propios procesos. Practicando cómo confiar o fingiendo muy bien cómo hacerlo hasta salir del caos.
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Te acompaño en el transitar, la vida es un constante proceso. Abrázate y permítete vivirlo. Vas a tu ritmo y a tu tiempo💛
Keep moving forward...